Cuando nos hemos levantado a las 6 a.m. hemos podido comprobar que lo que me ha parecido oír esta noche no han sido imaginaciones mías, había huellas de pezuñas alrededor de la tienda, seguramente de algún orix o de alguna gacela. Solitaire
Continuamos nuestra ruta hacia Solitaire (por la C19 dirección norte durante 83km) por esas carreteras solitarias de rectas interminables sin asfaltar. De vez en cuando sale a nuestro encuentro algún animal que nos hace más ameno el camino hasta nuestra primera parada de hoy.
Solitaire más que un lugar para visitar es un lugar curioso donde hacer una parada para descansar. Durante años Solitaire fue la única gasolinera en los muchos kilómetros que hay entre las dunas de Sossusvlei y la carretera de Windhoek.
Ahora a esta gasolinera la hace compañía unos cuantos coches destartalados que decoran el lugar y una pastelería, posiblemente la más famosa de Namibia, donde resistirse a probar sus pastelitos es imposible.
Tras el prolongado descanso ponemos rumbo a Walvis Bay por la C14. De camino nos paramos para hacernos la típica foto en el cartel que indica el trópico de capricornio.
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Unos 7km antes de llegar a Walvis Bay nos llevamos una alegría, la carretera está asfaltada, lo que nos permite en pocos minutos encontrarnos a pie de carretera con un lugar de increíble belleza natural que nos obliga a parar, miles de flamencos que habitan en lagunas que forma el mar al adentrarse en la arena rodeadas por dunas espectaculares.
Continuamos hasta Walvis Bay, donde lo único que hacemos y con dificultad a causa del fuerte viento, es dar un pequeño e incómodo paseo a orillas del Atlántico. En Walvis Bay (Bahia Ballena), está el puerto mas importante del país. Debido a su gran profundidad y a la gran cantidad de plancton, los grandes mamíferos eran atraídos a sus aguas, y con ellos, barcos balleneros y buques de pesca.
En esta ciudad se pueden hacer varias actividades como cruceros en barco para avistar ballenas o kayak entre delfines, focas y pelícanos.
Enseguida ponemos rumbo a Swakopmund (por la B2, carretera asfaltada) donde hemos quedado con una familia burgalesa destinados a trabajar allí, Manolo y Teresa con sus dos divertidos hijos Juan y Alejandra que nos acogen por un par de días en su casa.
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