Despertar, salir de la autocaravana y lo primero que ves es esta majestuosa cascada no tiene precio. Así comienza otro día de cielo despejado en Islandia.
Necesitamos desayunar fuerte para subir los 300 escalones hasta el balcón del mirador de Skógafoss.
El camino serpenteante a la derecha de la cascada es por donde se sube al mirador.
Hacia la mitad del ascenso sale un corto camino de tierra que nos lleva hasta un saliente en el que te sientes obligado a parar y así aprovechar para hacer un par de cosas, una: tomar aliento; y la otra: visitar al Trol que no quita ojo de la cascada.
Una vez arriba nos encontramos con unas vistas fantásticas, como no podía ser de otra manera.
Bajamos más rápido que subimos, tenemos que continuar pues el glaciar Sólheimajokull nos espera, y la verdad, tenemos muchas ganas de andar sobre él, así que volvemos a tomar la Ring road para desviarnos tres kilómetros por la 221 hasta el aparcamiento y punto desde donde comienza nuestro trekking con la empresa Arcanum (70€/per/3 horas)
Aparcamos la autocaravana y cogemos alguna provisión: agua, chocolate, frutos secos, y nos dirijimos a la caseta donde nos proporcionan el material necesario para nuestra ruta: casco, piolet, arnés y crampones (el piolet y el arnes no se necesitan para nada, pero en las fotos quedan genial).
Hace pocos años la lengua llegaba hasta el borde de la carretera, pero el cambio climático está deshaciendo el hielo a pasos agigantados, así que nos toca caminar unos 40 minutos.
Y… ahí está, ante nuestros ojos y bajo nuestros pies… el glaciar Sólheimajökull.
El paisaje es inigualable, no quería pestañear.
Tengo que decir que pasamos calor, el día era espectacular, el sol brillaba con fuerza y aquí la prueba de supervivencia, bebiendo agua del glaciar.
Disfrutamos como enanas durante las 3 horas y media que duró el trekking.
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300 fotos después continuamos hasta la costa sur para contemplar el gran arco de piedra de Dyrhólaey (10 km. al oeste de Vik). Desde aquí se divisa la playa de arena negra, que le da un aspecto serio y elegante. Custodiada por las formaciones rocosas conocidas como trolls.
A pesar de que sabíamos que era época de migración para los frailecillos queríamos pensar que siempre quedarían los típicos despistados, pero no, ni rastro de estas simpáticas aves que teníamos tantas ganas de ver. Otro motivo por el que volveremos a Islandia.
Columnas de basalto en la playa de Vik.
Merece la pena dar un paseo por la playa hasta aproximarte a los trolls. El Océano Atlántico a un lado, columnas de basalto al otro, arena negra bajo tus pies y sobre tu cabeza el cielo salpicado de pajarillos que rompen el silencio junto con las olas, es lo que hace que éste sea un paseo inolvidable que no quieres que se acabe, pero, teníamos que llegar al cañón Fjardrárgljúfur antes de que se hiciera de noche así que…
Este es el espectáculo constante que te ofrece la Ring Road durante todo el viaje, glaciares, volcanes, fiordos, fumarolas… menos mal que la velocidad máxima permitida es de 90 km/h.
A lo largo de los 2 km. del cañón fluye el río Fjaorá, que podemos observar a 100 m. de altura. Este cañón fue creado por la erosión del agua que fluye de los glaciares a través de las rocas de basalto durante miles de años.
Salimos ya de noche del cañón, pero queríamos llegar a dormir a Skaftafell (parque nacional Vatnajokull), teníamos 78 km. de camino, el viento nos lo puso difícil, soplaba con mucha fuerza (aquí lo miden en metros por segundo). Por fin llegamos sin ningún contratiempo al camping, la noche estaba super oscura y no se veía nada y nos parecía peligroso movernos demasiado con la autocaravana así que aparcamos al abrigaño de unos árboles cerca de unos baños.
Llevabamos un hambre voraz así que lo primero fue hacer la cena, una sopita caliente como todas las noches acompañada de una buena sarta de chorizo.
Llevábamos un rato de sobremesa y decidimos salir a inspeccionar la zona ya que el viento parecía haberse calmado. Nos pusimos la linterna frontal y no llegamos a encenderla porque no andamos ni tres pasos… no nos lo podíamos creer… de nuevo la aurora, tercera noche consecutiva.
Nos fuimos satisfechas a la cama esperando que el viento nos dejase llegar al día siguiente a nuestro destino, el lago glaciar de Jökulsárlón.
6 marzo, 2016 a las 11:42
Las fotos de las auroras son un lujo! Me encanta cómo se ven las estrellas sobre el fondo verde…
6 marzo, 2016 a las 11:42
Hemos tenido mucha suerte, día y noche espectaculares.
6 marzo, 2016 a las 11:47
Otro día bien aprovechado! Un día de viaje y si es en un destino así, equivale a media vida en la rutina de tu ciudad… Y sí hay frailecillos, lo que pasa es que hay que fijarse bien! Hay cuatro en las columnas de basalto. Están encaramaos y como espatarraos, a mí es que no se me escapa una!
6 marzo, 2016 a las 11:48
Jajajaja, yo diría que son mas bien frailecillas. Muy atento Paco, eres un sol.
15 marzo, 2016 a las 17:37
Fantásticas fotos!!! Y dudabais de ver auroras, si todas las habéis visto vosotras…menuda suerte!!!
15 marzo, 2016 a las 17:44
Siiii, salía como la luna, todas las noches.
28 diciembre, 2017 a las 17:13
En que epoca fuisteis?
29 diciembre, 2017 a las 8:03
Septiembre.
29 diciembre, 2017 a las 9:21
Gracias por la informacion
29 diciembre, 2017 a las 9:26
De nada Toni.