Apenas llevábamos seis días en Indonesia y el ritmo era frenético. Nuestro cuerpo no sentía ni padecía. No habíamos conseguido descansar en ningún momento, llevábamos arrastrando la paliza de vuelo desde Madrid y en apenas cinco días ya habíamos cogido dos vuelos internos; de Yakarta a Borneo donde pasamos tres días entre orangutanes, y de Borneo a Java donde habíamos visto los templos de Borobodur y Prabanam y subido al volcán Bromo. Hoy tocaba adentrarnos en el cráter del volcán Ijen para disfrutar de su «Blue fire».
Sonó el despertador a las 00:30h, sí, sí, habéis leído bien, a las 01:00 salía nuestra furgo hacia el Ijen. Apenas habíamos llegado hacía cinco horas a nuestro alojamiento, el Arabica Homestay en Sempol. La habitación era demasiado básica, hasta como para pasar sólo un par de horas en ella. Una cama y un teléfono de ducha era todo lo que teníamos.
Cargadas con nuestras mochilas, recogimos nuestro «desayuno» que consistía en dos huevos duros, mermelada y dos rodajas de pan de molde. Subimos a la furgoneta y nos pusimos en marcha hacia el volcán Ijen.
Era la 01:45h. cuando llegamos al punto de partida para la caminata al cráter, el puesto de la PHKA de Pos Paltuding, al que se llega desde Bondowoso o Banyuwangi.
Nuestro conductor nos presentó a Lucky, él sería quien nos acompañaría durante toda la ruta. Nos repartió una máscara a cada uno e inmediatamente nos pusimos en marcha. No fue necesario pasar por la caseta para comprar el permiso para subir al volcán, lo compramos el día anterior junto con la del volcán Bromo en el hotel. Precio entrada Ijen 100.000 IDR/per, guía y máscara 150.000 IDR/per.
Encendimos nuestros frontales y comenzamos el trekking. Al principio íbamos en pelotón, pero en el momento en que se pronunció el desnivel comenzamos a dispersarnos.
Sabíamos que no iba a resultar fácil subir a la cima del volcán, para ello debíamos salvar unos 536 metros de desnivel y andar unos 3km. A esto hay que sumar otros 150 metros de desnivel y 1km que hay hasta el fondo del cráter. En total la ruta es de 8km (ida y vuelta) y tiene un desnivel acumulado de 686 metros.
Al principio la subida es bastante empinada. No quisimos forzar demasiado la máquina y nos marcamos un ritmo lento pero constante y aún así tuvimos que hacer alguna parada por el camino para recobrar el aliento. Lucky no se separó de nosotras en ningún momento, bueno, Lucky y un chico que empujaba un «taxi»; así es como llaman a unos carros donde suben o bajan a la gente que no puede con la ruta por estar en baja forma o porque su estado físico se lo impide. Es tal el desnivel que hay que salvar que se necesitan tres hombres para subir a una persona. Uno empuja el carro desde atrás y dos más tiran de cuerdas desde delante. Estos ingeniosos aparatos han librado a un montón de gente de tener que bajar al cráter del Ijen a por azufre.
Llegamos al refugio, eso quería decir que ya habíamos recorrido más de la mitad del camino. La mayoría de la gente se para a tomar algo para reponer fuerzas. Nosotras apenas paramos un par de minutos, no queríamos perder el ritmo. A partir de aquí el camino tenía menos desnivel.
Después de hora y media de caminata llegamos a la cima del Ijen. Eran las 02:30 h., y aún nos quedaba bajar hasta el cráter. Lo único que se veía desde allí arriba era una hilera de luces descendiendo, así que nos unimos a ellas. Seguimos el «camino» empinado y pedregoso durante 1km hasta llegar a los «Blue fire», que nos llevó unos 30 minutos más.
Al llegar abajo, el olor a azufre y el humo dificultaban la respiración, así que nos colocamos las máscaras y buscamos un lugar desde donde poder contemplar aquel curioso fenómeno que se produce debido a reacciones químicas creadas por las expulsiones de ácido sulfúrico que emergen de las grietas del volcán a temperaturas de hasta 600°C.
Ijen es de los pocos lugares en el mundo en el que se puede contemplar la extrema belleza de este fuego azul que desprende dióxido de azufre, un gas altamente irritante y tóxico, y donde las llamas alcanzan mayor altura, pueden llegar a los 5 m.
A veces nos llegaban grandes bocanadas de humo con un fuerte olor a azufre, pero eso no impidió que nos acercásemos hasta ver de dónde salía aquel humo.
Esas nubes de gas salían de unas tuberías de cerámica que han colocado en el volcán para canalizar todo el azufre gaseoso que sale y que después se condensa en azufre fundido.
Contrata el mejor seguro para tu viaje al mejor precio
Completa tu viaje con todas las actividades al mejor precio
Este azufre es extraído por los «hombres fuertes de Java», así es como los lugareños denominan a los mineros. Es uno de los pocos lugares del mundo donde se extrae el azufre sin ningún tipo de mecanización. La mayoría de estos mineros descienden un par de veces al día (si su estado físico se lo permite) hasta el cráter para extraer bloques de azufre de las paredes del volcán que cargan en sus cestas de bambú. Éstas pueden llegar a pesar entre 70 y 90 kilos, por los cuales, la empresa explotadora, que no brinda a sus trabajadores ni contrato, ni seguro, ni siquiera máscaras antigás, les pagará 5 céntimos de € por kilo. El hecho de acarrear en sus espaldas tantos kilos e inhalar el humo tóxico que desprende el Ijen día tras día, su salud se ve gravemente dañada con problemas respiratorios, artrosis, lesiones de espalda, irritación en los ojos y garganta, además de daños irreparables en la dentadura, afectada por las partículas corrosivas.
El Kawah Ijen es la única opción para poder sacar a sus familias adelante, eso sí, hay trabajo para rato, porque este volcán produce unas cinco o seis toneladas diarias de azufre. Alguno de ellos también trabajan como guías turísticos para conseguir un sobresueldo y sólo los que tienen más suerte pueden dejar el trabajo de minero.
Estuvimos viendo hipnotizadas el «Blue fire» durante media hora. No era saludable permanecer allí abajo más tiempo, así que comenzamos el ascenso cuando el sol empezó a hacer acto de presencia. Aún no habíamos llegado a la parte más alta cuando pudimos vislumbrar todo aquello que nos rodeaba. Las aguas del lago de una intensa tonalidad azul turquesa, rodeado por las escarpadas paredes del cráter del volcán creaban un paisaje espectacular.
Teníamos que irnos, pero nos negábamos a hacerlo. Constantemente nos dábamos la vuelta para observar de nuevo aquel capricho de la naturaleza, era realmente espectacular.
Ya con luz pudimos ver el desnivel que habíamos subido; probablemente, si hubiéramos tenido que hacerlo de día, nos hubiera costado mucho más o quizás ni siquiera lo hubiéramos hecho. Ignorar lo que teníamos por delante nos ayudó a llegar a la cima.
Durante todo el descenso el paisaje seguía siendo una maravilla y como despedida, unos simpáticos gibones con su bebé albino salieron a nuestro paso.
Nos despedimos de Lucky y pusimos rumbo al puerto Ketapang, donde cogeríamos un barco que nos llevaría a Bali, aún quedaba mucho día (solamente eran las 8:30h.) y mucho trayecto por delante.
Dónde dormir
Al tratarse de una remota zona de montaña prácticamente exenta de competencia, los alojamientos son bastantes escasos y malos.
Nosotras contratamos en nuestro hotel de Yogyakarta un tour para Bromo e Ijen con traslados y alojamientos por 790.000 IDR/per. Nos dieron a elegir entre un alojamiento caro y uno barato, dentro de tu elección ellos eligen dónde alojarte. Estas fueron las opciones baratas:
- Arabia Homestay – Situado en Sempol, a 45 minutos de la entrada al volcán. Aquí fue donde nos alojamos, o mejor dicho, donde nos alojaron. La habitación solamente tenía una «cama» y un teléfono de ducha.
- Katimor – Situado en el mismo pueblo que el anterior y de características similares.
Esta era la opción cara:
- Ketapang Indah resort – Situado en Banyuwangi, a 1h 20 min. de la entrada al volcán.
Esta excursión se puede realizar por libre, contratando un transporte desde Ketapang, Probolingo o Bromo y reservando alguno de los hoteles de la zona. Puedes buscarlos aquí.
Recomendaciones
- Llevar ropa de abrigo que, aunque en cuanto empiece el ascenso te sobrará todo, cuando llegues al cráter lo volverás a necesitar.
- Llevar frontal o linterna. Mejor un frontal, para así tener las dos manos libres, en alguna ocasión las vas a necesitar.
- No es necesario contratar guía, el camino no tiene pérdida.
- Alquila un máscara de gas si vas a bajar al interior del volcán. Lo podrás hacer en la cabaña que encontrarás a mitad de camino.
- Llevar un tentempié, tipo barrita energética o algo así.
- Llevar agua, aunque tienes la oportunidad de comprar algo para beber a mitad de camino.
- La mejor época para hacer esta ruta es en la estación seca (abril-octubre). Pero también es accesible durante la estación lluviosa si el día amanece despejado.
- Contratar un buen seguro de viaje, nosotras te recomendamos InterMundial. Si quieres disfrutar de un 20% de descuento puedes contratarlo desde aquí con el código BLOGGERIM.
24 enero, 2018 a las 7:07
Que pasada!!
Me quedo sin palabras ante esta maravilla, seguro que el esfuerzo mereció la pena.
Pobre gente, que condiciones tan duras para ganarse el pan.
Gracias por visitar estos preciosos rincones y compartirlos con nosotros en este blog.
Enhorabuena por el artículo Vipavi.
24 enero, 2018 a las 9:12
Gracias a ti por leernos Diego y por estar siempre ahí.
24 enero, 2018 a las 9:49
Guau….Impresionante, precioso…no hay palabras suficientes para describirlo.
Muchísimas gracias por compartirlo.
26 enero, 2018 a las 14:06
Fue alucinante Mª Jesús. Lo mejor de la isla de Java.
2 mayo, 2018 a las 12:42
HOLA, EN KETAPANG COGES UN ¿FERRY? QUE TE DEJA EN …? Y DESDE ALLÍ COMO TE MOVISTE?
2 mayo, 2018 a las 12:58
Elena tenemos pendiente de escribir sobre esto, pero te cuento… el ferry te deja en Gilimanuk y desde allí cogimos un taxi compartido con otra pareja hasta Ubud. Esto huele a viajazo.