Siempre habíamos soñado con conocer aquellas tribus que viven en estado primitivo con costumbres remotas en el valle del Omo y que tantas veces habíamos visto en libros y documentales. Pues por fin nuestro sueño se hacía realidad. Los Hamer era la primera de las tribus que visitaríamos en nuestra ruta por el sur de Etiopía. Más tarde visitaríamos a los Mursi, Karo, Dorze y Danasech.
Salimos desde Turmi en el 4×4 hacia el poblado de los Hamer, un grupo étnico que vive al este del río Omo, cerca de la frontera con Kenia. Su hospitalidad dejó mucho que desear. Nada más bajarnos del 4×4 se nos acercan varias mujeres y niños casi obligándonos a hacerles fotos, ¿la razón? cobran por fotografiarles (2 birr por foto, unos 32 cts de euro). Sólo aceptan billetes en buen estado, cosa difícil en Etiopía porque suelen estar mugrientos, a veces tanto que no sabes cuál es su valor.
Los Hamer se dedican al pastoreo de ovejas, cabras y vacas y al cultivo de sorgo, mijo, verduras y calabazas. También consumen sangre de vaca al igual que los Mursi.
Se caracterizan por sus peinados, decoración y marcas corporales, pintando su cuerpo de colores y adornándolo con abalorios. La decoración de cada individuo refleja su estatus social: cazadores, guerreros, mujeres principales, etc.
Ambos sexos adornan sus cuerpos con escarificaciones. Además de esto, las mujeres también marcan sus espaldas con latigazos que reciben de los hombres durante sus ritos de iniciación, que reflejan el paso de la pubertad a la madurez mediante una ceremonia llamada Ukuli Bula o Bull Jumping (salto del toro).
Una vez casadas, a las mujeres se las distingue por el tipo de collar metálico que porta en el cuello. La primera mujer lleva un collar con una protuberancia metálica pronunciada en la parte delantera. De todas la mujeres que posee un hombre Hamer (son polígamos) es la que tiene mayor estatus social y el privilegio de llevar el peso de la familia, la economía, educación y participa en la toma de las decisiones importantes. El collar de las segundas mujeres es más sencillo.
Las mujeres solteras, además de por los distintos collares, se distinguen de las casadas por sus ornamentos de colores vivos.
Una práctica de esta tribu es que para curar el dolor de estómago de los niños, les colocan sobre la cara los intestinos de una cabra recién sacrificada.
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Los Hamer tienen además otra horrible tradición, en la cual se sacrifica a los descendientes cuando la madre de estos desconoce la figura paterna de la criatura. El sacrificio se hace arrojando vivo al niño recién nacido al río.
Sus mercados principales están en Turmi y Dimeka, en los que se reúnen muchas otras tribus de los alrededores, como los Karo y Dassanech. El estilo que más caracteriza a los Hamer son sus peinados. Los femeninos tienen una gran consistencia que consiguen con barro de color ocre y rojizo y grasas animales. La piel de cabra con la que se visten y la falta de higiene hacen que tengan un olor muy fuerte. Los peinados masculinos consisten en casquetes de barro decorados con plumas de aves.
La población actual de la tribu Hamer es de aproximadamente 43.000 personas, con lo que es la tribu con más población en la cuenca del rio Omo.
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