Las castas en India van mucho más allá de parecerse a lo que los occidentales conocemos por clase social. La jerarquía de castas está fuertemente arraigada a la mentalidad hindú.
La casta marca el estatus de las personas. Se nace, se vive y se muere en una casta y no es posible cambiar de una a otra. Cada casta tiene sus dioses, su territorio, su oficio, su lengua, sus reglas de parentesco (los matrimonios se acuerdan entre miembros de una misma casta). La única vía de salida es la consagración a la vida religiosa. Las personas que escogen este camino se llaman Sadhus y son lo que conocemos como ascetas hindúes.
A cada casta se la adjudica un Varna que significa “color”.
Los Brahmanes se asocian con el blanco, color de la pureza y la claridad.
Los Kshátriyas con el rojo, color de la pasión y la energía.
Los Vaishyas con el amarillo, color de la tierra.
Los Shudras con el negro, color de la oscuridad y la inercia.
Los Dálits, Intocables o Harijans, no se les adjudica ni siquiera un color, ocupan la posición más baja dentro de la sociedad hindú.
Con la formación del estado democrático moderno, quedó abolida toda la discriminación basada en el sistema de castas, decretándose constitucionalmente la igualdad de todos ante la ley.
El origen de las castas están escritas en sánscrito: la milenaria y sagrada lengua de la India, que equivale a nuestro latín, se encuentra en el Rig-Veda (2.000 años a.C. aproximadamente), el más antiguo de los textos religiosos hindúes.
Los hindúes creen en la reencarnación y, por lo tanto, en la existencia de vidas pasadas y futuras.
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Por lo tanto, el comportamiento de una persona en la vida presente marcará su casta cuando vuelva a nacer. Se trata del kharma. Así que cada uno es responsable de su existencia pasada y, en la vida presente, deben procurar comportarse bien para asegurarse una reencarnación más feliz.
En la India, aquello que diferencia una casta de otra, no es el poder ni el dinero, sino algo mucho más ligado a la religión: el grado de pureza o impureza. Pero, ¿Quién es nadie para juzgar al prójimo, si es más puro o impuro que uno mismo?
Son individuos considerados impuros por nacimiento y, por lo tanto, no dignos de ocupar un puesto en el legendario sistema de castas. Su posición es la más baja.
Nosotras en Udaipur tuvimos una experiencia bastante desagradable. Nos encontrábamos dentro de un local pequeño en el que vendían calzado. Desde fuera una mujer llama nuestra atención para pedirnos limosna, el hombre que nos estaba atendiendo inmediatamente la hizo un gesto para que se marchase, la mujer ignoró al hombre e insistió con su petición, entonces éste, se acercó a ella y la echó a patadas. No podíamos creer lo que estábamos viendo. Tardamos unos segundos en reaccionar. ¿Fue cuestión de castas o simplemente evitaba que la mujer molestase a los turistas que llevan dinero en el bolsillo? En cualquier caso, aquella imagen tan dura nunca se nos olvidará, y desgraciadamente se repetirá muchas veces al día en la India.
A partir de los años 90, los intocables empezaron a autodenominarse dálits, que en hindi significa «oprimidos». De esta manera, reflejaban la discriminación y el sometimiento del que son víctimas por parte de las castas superiores.
Por su impureza, los dálits son repudiados y muchas veces insultados y expulsados de los lugares públicos. Para ellos se reservan los trabajos peor considerados (incineración de cadáveres, limpieza de letrinas, de pozos sépticos, trabajos con cuero, labores que implican un contacto físico con sangre o excrementos…).
En Varanasi, los encargados de las incineraciones a orillas del Ganges son Intocables. En nuestra visita a esta caótica ciudad pudimos ver e informarnos de los ritos funerarios hindúes y flipamos!!!.
Si quieres viajar para conocer las costumbres y ritos de este fascinante país, en esta página te harán el visado con gusto.
Existen reglas estrictas de endogamia y normas concretas de comportamiento para cada casta.
Gandhi luchó por la igualdad de todos los seres humanos en contra del sistema de castas, lamentablemente su sueño aún no se ha cumplido. La Fundación Vicente Ferrer trabaja desde hace 40 años para mejorar este sistema.
12 noviembre, 2017 a las 7:37
Las religiones siempre inventando métodos para someter al ser humano y hacerlo creer responsable de su propia desgracia.
13 noviembre, 2017 a las 15:18
Yo no creo que sea culpa de la religión Diego. En los últimos años el ser humano ha dejado de serlo y se ha convertido en un ser egoísta y destructor al que solo le importa el dinero y el poder.