San Vicente de la Sonsierra es un bonito pueblo medieval de la comunidad autónoma de La Rioja, enclavado en un pequeño monte con impresionantes vistas de los meandros del río Ebro y rodeado de viñedos por todos los costados. Posee un importante patrimonio cultural e histórico, como la Ermita de Nuestra Señora de la Piscina, joya del románico, la Basílica de Nuestra Señora de los Remedios, de estilo barroco, un puente medieval sobre el río Ebro y un conjunto fortificado formado por las ruinas del castillo de San Vicente, la Iglesia de Santa María la Mayor, del siglo XIV y la Ermita de San Juan, cofradía de la Santa Vera Cruz. Pero San Vicente de la Sonsierra por lo que realmente es conocido es por las procesiones de los «Picaos», una manifestación religiosa donde los penitentes se autoflagelan la espalda de forma voluntaria y como acto de fe.
Las procesiones de los Picaos de Jueves Santo y Viernes Santo recibieron en 1998 la categoría de fiesta de Interés Turístico Regional. En 2005 pasaron a ser fiesta de Interés Turístico Nacional y en 2016 fueron declaradas Bien de Interés Cultural inmaterial.
La cofradía de la Santa Vera Cruz y los disciplinantes o «picaos»
Aunque no se tiene constancia del momento de su fundación, se sabe que en 1551 sus estatutos fueron aprobados y en un acta de este mismo siglo se menciona la celebración de este rito desde tiempo inmemorial. En 1985 renovaron los estatutos para actualizar sus funciones y desde 1998 las mujeres también pueden pertenecer a la cofradía aunque no se pueden disciplinar.
En la Edad Media, los grandes pecados cometidos eran pagados con grandes arrepentimientos y los azotes penitenciales era una de las costumbres más peculiares y duras. La flagelación penitencial era frecuente en pueblos y ciudades de España hasta que en el siglo XVIII fue prohibida por Carlos III. Mandato que se cumplió en toda España excepto en San Vicente de la Sonsierra, donde siguió practicándose de forma privada. Gracias al recelo de los sonserranos por conservar esta tradición de generación en generación hoy podemos conocerla de primera mano. Para ellos es importante continuar practicando el legado de sus antepasados con el rito penitencial de los Picaos aunque puede parecer difícil de entender en la sociedad mundana y materialista en la que vivimos.
Actualmente, la cofradía está formada por más de 150 hermanos y recibe el apoyo de los vecinos de San Vicente de la Sonsierra durante los actos y celebraciones que se organizan en Semana Santa o en los Viacrucis de mayo y septiembre.
Disciplinantes o «Picaos»
No es necesario pertenecer a la cofradía de la Santa Vera Cruz para disciplinarse. Los voluntarios que deseen someterse a esta penitencia, además de ir con fe, deben cumplir los requisitos de ser mayor de edad, ser varón y que un sacerdote acredite su condición de cristiano. Entonces será cuando la cofradía asigne a cada Picao un cofrade, conocido como «acompañante», el cual será el encargado de ayudar, cuidar, aconsejar y acompañar al penitente durante todo el viacrucis.
Hasta el inicio de la celebración no se sabe el número de Picaos que van a participar en la procesión, o incluso hasta bien avanzada la procesión, ya que los disciplinantes pueden ir uniéndose a ella en el momento que quieran. Su identidad siempre será anónima, al igual que los motivos que llevan al disciplinante a hacer esta penitencia.
Vestimenta
Todos los disciplinantes deben realizan el ritual con la misma vestimenta:
- Sayal blanco con abertura en la espalda.
- Un cíngulo blanco atado a la cintura.
- Capucha blanca que les cubre el rostro.
- Capa parda con una cruz blanca en la espalda.
- Los pies deben ir descalzos.
Disciplina
Vestido para comenzar la penitencia y descalzo, el Picao se añade a la procesión junto con su acompañante y, cuando él lo vea oportuno, se arrodillará ante el paso al que va a ofrecer su penitencia, rezará una oración y, al ponerse en pie, el acompañante le retirará la capa de los hombros y le abrirá la abertura de la espalda. En ese momento el Picao cogerá la «madeja», (confeccionada con cuerdas de cáñamo de unos 80 cm y que pesa entre 850 y 950 gramos) por la empuñadura con las dos manos para comenzar a golpear su espalda por encima de los hombros, de forma rítmica y alternativamente a izquierda y derecha durante un tiempo que ronda entre los 15 y 30 minutos dependiendo de cada Picao, tiempo en el que se autopropinará entre 800 y 1.000 golpes.
Cuando el acompañante considera que el Picao ya ha cumplido la penitencia llamará al práctico, la persona encargada de aliviar las heridas. El Picao se inclinará colocando la cabeza entre las piernas del práctico y éste «picará» tres veces a ambos lados de la zona lumbar de la espalda, mediante un utensilio denominado «esponja», que consiste en una bola de cera virgen con cuatro cristales incrustados de dos en dos, por lo que recibirá doce pinchazos simbolizando el número de apóstoles. Tras esto, el Picao se golpeará unas pocas veces más con una madeja nueva, para que la sangre que pueda haberse acumulado escape.
Finalizada la penitencia, el Picao se arrodillará de nuevo ante el paso y el ayudante cubrirá su espalda y le colocará la capa para dirigirse a la sede de la cofradía donde serán curadas sus heridas con agua de romero.
Fechas en las que se realiza
Durante la Semana Santa:
- Durante la procesión de la Santa Cena: 19:30h.
- En la Hora Santa: 23:00h.
- Tras la procesión del Viacrucis: 11:30h.
- Durante la procesión del Santo Entierro: 20:30h.
Otras fechas:
- Día 3 de mayo si es domingo y si no, el domingo siguiente: 18:00h.
- Día 14 de septiembre si es domingo y si no, el domingo siguiente: 18:00h.
Las «Marías»
Las mujeres, aunque pertenezcan a la cofradía, no pueden ser disciplinantes. Su penitencia se limita a ser una de las «Marías», que acompañan a la procesión vestidas con el manto de la Virgen de los Dolores, con el rostro cubierto por puntillas para proteger su anonimato. Van descalzas y a veces con cadenas.
Pueden ir en cada procesión un máximo de cuatro Marías, deben cumplir los mismos requisitos que los hombres y, por supuesto, también van acompañadas por miembros de la cofradía de la Santa Vera Cruz.
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