Día 1
Por fin llegó el día de coger tan ansiado vuelo que nos llevaría a lo que intuíamos que iba a ser uno de los mejores roadtrips de nuestra vida. Como os hemos contado en el post de todo lo que debes saber antes de viajar a la Costa Oeste de EEUU cogimos un vuelo directo Madrid – Los Ángeles que habíamos comprado 6 meses antes por 400 € en Skyscanner.
El primer día de viaje se nos pasó literalmente volando. Gracias a que las 9 horas de diferencia horaria nos fueron favorables, pudimos recoger el coche e irnos a dormir lo que el jet lag nos permitió, que fue poco…
Día 2 – 555 km – California
… Así que en vez de estar dando vueltas en la cama nos pusimos en pie muy temprano, teníamos por delante uno de los días más duros por carretera, nos esperaban un montón de kilómetros, así que aprovechar el tiempo nos vendría bien. Cogimos nuestro Chevrolet Equinox y nos pusimos rumbo a la famosa Ruta 66, también conocida como The Main Street of America (La Calle Principal de América), The Mother Road (La carretera madre). Esta carretera se inauguró en 1926 y originalmente discurría desde Chicago (Illinois), atravesaba Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California, hasta finalizar en Los Ángeles, con un recorrido total de 2448 millas (3939 km). Al contrario de lo que la gente piensa, la Ruta 66 nunca llegó al océano; acababa en lo que era el inicio de la U.S. 101, lo que es hoy la intersección de Olympic Boulevard con Lincoln Boulevard. Nunca estuvo en la intersección de Ocean Boulevard con Santa Mónica Boulevard, a pesar de que haya una placa de la Ruta 66 allí.
La Ruta 66 fue el principal itinerario de los emigrantes que iban al oeste y sostuvo la economía de las zonas que la carretera atravesaba. Esta ruta fue oficialmente retirada de la Red de Carreteras Federales de Estados Unidos en 1985, después de decidirse que la carretera ya no era relevante y haber sido reemplazada por la Red de Autopistas Interestatales de Estados Unidos.
Nuestra primera parada fue en el mítico restaurante Peggy Sue’s, donde aprovechamos a meternos un buen desayuno entre pecho y espalda. Este diner de carretera de parada obligatoria, se encuentra en la salida de la I-15 hacia Ghost Town Road, a la sombra de las montañas Calico. Sólo contaba con nueve taburetes cuando se inauguró en 1954. Tras un tiempo cerrado, fue restaurado y reabierto en 1987, conservando totalmente su estilo. Comida casera y buena música de los 50, eso es lo que les ha llevado a ser lo que son hoy, un amplio local al más puro estilo americano.
Con pena pero con la tripita bien llena nos despedimos del mítico local y continuamos por la Ghost Town Road rumbo a Calico Ghost Town, en pleno desierto de Mojave. Calico fue una ciudad minera fundada en 1881. En los tiempos de máxima explotación llegó a tener más de 500 minas activas que extrajeron plata por un valor de 20 millones de dólares en el plazo de 12 años. En el año 1890, la plata sufrió una fuerte devaluación y su extracción dejó de ser rentable, por lo que los habitantes de Calico abandonaron el lugar. En 1950 este pueblo fantasma fue comprado por Walter Knott y lo convirtió en el lugar turístico que es hoy, un auténtico decorado de película del viejo oeste. La entrada cuesta 8$, pero si llegas una hora antes del cierre lo más seguro es que no haya nadie en la taquilla.
Habíamos dormido poco, por no decir nada y estábamos muy cansadas. Muchos kilómetros, carreteras muy aburridas con rectas interminables y un paisaje que no fue especialmente bonito. Tras pasar al estado de Arizona llegamos a Kingman, donde se puede visitar el museo de la Ruta 66 o la locomotora de tren de Santa Fe, que se encuentra al lado del restaurante Mr. D’z Route 66 Diner, donde merece la pena tomar un refrigerio a la vez que disfrutas de un decorado de película.
Aquí decidimos hacer noche. No nos quedaban fuerzas para buscar un sitio donde cenar, así que hicimos compra en el supermercado Walmart y preguntamos si podíamos pasar la noche en el parking a lo que nos respondieron que sin ningún problema. Después de un ligero picoteo nos pusimos manos a la obra y convertimos la parte de atrás de nuestro coche en la confortable cama en la que dormiríamos la mayoría de las noches de nuestro viaje por Costa Oeste. Os lo mostramos en este vídeo.
Contrata el mejor seguro para tu viaje al mejor precio
Alquila tu coche con hasta un 15% de descuento
Completa tu viaje con todas las actividades al mejor precio
Día 3 – 309 km – Arizona
A pesar de que el jet lag seguía haciendo mella en nosotras y no acabábamos de descansar bien del todo, nos levantamos especialmente contentas porque hoy iba a ser uno de los días más especiales de todo el viaje, si todo iba bien acabaríamos el día en el Gran Cañón. Pero antes de llegar a tan deseado destino pararíamos en varios puntos chulos de la Ruta 66 y en la espectacular y turística ciudad de Williams.
De camino a Hackberry paramos a desayunar en este pintoresco restaurante que está junto al la carretera, pero era temprano y estaba cerrado. Aún así merece la pena una parada, ya que es muy curioso y fotogénico.
A media hora de Kingman se encuentra uno de los puntos de parada obligatoria, la antigua gasolinera de Hackberry. Este es uno de los muchos pueblos del oeste que surgieron durante la época de la fiebre del oro, pero en cuanto se dejó de encontrar plata y oro, Hackberry se convirtió en un pueblo fantasma.
Cuando en los años 50 la nueva autopista interestatal 40 dejó esta zona fuera de la ruta por la que circulaba el tráfico, las distintas gasolineras que había en la misma, antes o después fueron cerrando, siendo ésta una de ellas.
En 1992, un artista reabrió este lugar ahora conocido como Hackberry General Store. No funciona como gasolinera sino como tienda de souvenirs. Podemos decir que es un auténtico museo al aire libre de la ruta 66 ya que aún conserva los antiguos surtidores de gasolina y una amplia colección de coches antiguos, aunque más bien parece un cementerio de automóviles.
La siguiente parada la hacemos en Seligman. Una ciudad que fue fundada en 1886 en la ruta ferroviaria que va desde Prescott a Santa Fé, el pueblo era conocido como el Cruce de Prescott. Actualmente es uno de los lugares más típicos de la antigua Ruta 66. Al pasear por Seligman encontrarás muchos rincones con ambiente propio de los años 50, e incluso al lado de la carretera podrás ver un grupo de edificios típicos de un pueblo de Oeste.
A 69 kilómetros de Seligman hacemos parada en Williams, la puerta de entrada al Gran Cañón. Se encuentra a 88 kilómetros del parque, lo que lo convierte en un pueblo turístico. Te darás cuenta de esto en cuanto lo pises, ya que a ambos lados de la carretera que lo atraviesa lo único que encontrarás serán bares, restaurantes, moteles y tiendas de souvenirs. Aún así es de parada obligatoria. Recomendamos recorrer su calle principal y almorzar en el llamativo Bar Twisters, un típico bar americano de los años 50.
Aunque la totalidad de viajeros lleguemos a Williams en nuestro propio coche de alquiler, existe la posibilidad de llegar al Gran Cañón desde aquí en un histórico tren de vapor, lo que se ha convertido en una nueva atracción turística.
22 noviembre, 2018 a las 22:18
jugoso comentario indudablemente sera util en proximos viajes a la costa oeste !! saludos
23 noviembre, 2018 a las 8:27
Hola Daniel. Nos alegra mucho que nuestros post sirvan de ayuda a otros viajeros. En breve publicaremos la etapa 2. Un saludo y muchas gracias por seguirnos.
27 noviembre, 2018 a las 15:33
Como me encanta lo bien q aprovechais el tiempo…. hasta el minimo segundo para no perderos nada y asi poder, de alguna manera, hacernos disfrutar a los q os seguimos. Un abrazo chicas de VIPAVI
28 noviembre, 2018 a las 10:35
Si jajaja, somos unos culos inquietos y eso nos es muy favorable para exprimir al máximo el tiempo. Gracias por seguirnos.
29 noviembre, 2018 a las 10:51
Me ha encantado, es un viaje que espero hacer algún día. Muchas gracias por toda la buena información 🙂
La idea de dormir en el coche me parece genial!
¡Abrazos viajeras!
29 noviembre, 2018 a las 12:24
Gracias por tu comentario Maruxaina. Lo de dormir en el coche es una pasada, a parte de hacerlo en el momento y en el lugar que te apetezca, te ahorras una pasada de pasta. Mil gracias