El municipio burgalés de Arcos de la Llana lleva recordando desde 2006 el paso de la tercera hija de los Reyes Católicos, Juana I de Castilla, apodada «Juana la loca», por esta localidad entre los años 1507 y 1509. Intentando cumplir el deseo de su esposo Felipe II, conocido como «Felipe el Hermoso», de ser enterrado en Granada, Juana emprendió viaje e hizo parada en Arcos de la Llana donde estuvo dos años velando el cadáver de su marido, hasta que Fernando el Católico consigue tenerla cautiva durante sus últimos años de su vida.

Esta obra, que se representa el último fin de semana de agosto, cuenta con la participación de unas 150 personas voluntarias.

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La representación comienza en las afueras de la villa. El cortejo pasa por el puente romano para hacer su entrada por el arco principal de la localidad, donde el pueblo recibió a la apenada viuda que llegaba con el cadáver de Felipe el Hermoso, fallecido meses antes en la Casa del Cordón de Burgos. Acompañan a Juana sus dos hijos, Fernando y Catalina, seguidos de un gran séquito de nobles, soldados, obispos, monjes y antorcheros.

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Una vez en el interior de la iglesia, la obra pone en escena a una Juana sumida en la más absoluta y profunda tristeza. Recuerda su feliz juventud, cuando imaginaba cómo sería su vida más adelante, otros momentos memorables en los que habla con su madre ausente, una Isabel la Católica a la que añora y que aparece representada al espectador entre brumas y ensoñaciones y el amor que siente por su esposo Felipe, que es tan grande que los celos acaban con su razón.

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La obra termina con el duro momento en el que su padre, Fernando el Católico, ya viudo de Isabel, intenta convencer a su hija para que le entregue a su hijo menor ante la dejadez física y mental de ésta y después, con engaños, trasladarla a Tordesillas, donde pasaría los últimos años de su vida.

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