Después de 13 horas de vuelo llegamos a nuestro primer destino asiático. Estamos ansiosas por conocer Tailandia.
BANGKOK
 Nuestro primer contacto con este país fue entre ¡genial! y ¿esto qué es? Cogemos un taxi en el aeropuerto, en el cual Arantxa va gritando por la ventanilla, cuando en medio de un tráfico caótico nuestro coche se para, con una sonrisa el conductor nos explica que se ha quedado sin gasolina. Se baja, empuja el coche hacia la izquierda, para otro taxi al cual le pasa nuestras mochilas y… ¡aquí no ha pasado nada!. ¡¡¡Esto nos va a gustar!!!
 

 
Visitamos el Gran Palacio, nos pareció una auténtica pasada.
 

 Qué deciros de Khao San Road, (en tailandés ถนนข้าวสาร) es la calle de los mochileros y… ¡menudo ambientazo! Aquí es donde descubrimos la cerveza Chang mientras nos daban los peces unos masajes en los pies.

 Los aperitivos más atrevidos: orugas, grillos, saltamontes, cucarachas, tarántulas y un largo etc.

 

 

 El tuk-tuk, a pesar del calor y de toda la contaminación, es nuestro medio de transporte preferido, nos pareció súper divertido y «ecológico» porque apagan los motores cada vez que pillan un semáforo en rojo. 

  Estas escaleras tan atractivas pertenecen al Wat Arun, situado a la otra orilla del Chao Phraya, para llegar aquí hay que coger un barco que su único destino era el de llegar a la otra orilla por pocos baths.
 
Puesta de sol desde el río Chao Phraya
DAMNOEN SADUAK

 A hora y media de Bangkok se encuentra el mercado flotante, atracción turística que a nosotras nos gustó, tenemos que decir que no participamos en ninguna excursión, todo lo hicimos por nuestra cuenta.

KANCHANABURI

Puente sobre el río Kwai.
AYUTTHAYA

 Las ruinas patrimonio de la humanidad por la Unesco, antigua capital de Tailandia.

Después de pasar un calurosísimo día en Ayutthayaaaa (como decían los tailandeses), nos volvimos a quedar tirados por el coche en medio de la nada, sin una sola sombra. El conductor nos puso a empujar el mono volumen y al ver que eso no funcionaba desapareció con una garrafa que sacó de debajo de su asiento, al rato de perderle de vista aparece con la garrafa llena de agua de un color arena, la cual echó en el radiador y…. ¡¡brummm, brummm!! ¡¡Aquello que se pone en marcha!!, entre miradas de asombro y satisfacción, nos subimos deprisa antes de que aquello se volviera a parar.
 

 Decidimos hacer una ofrenda a buda. Haciendo un donativo te daban una flor de loto que tenías que depositar en un jarrón (nos imaginamos que venderían una y otra vez), una laminita de «oro» para pegárselo a buda e incienso. El papel de «oro» de Arantxa se quedó pegado al incienso, pero no se percató y cuando fue a encender el incienso… ¡¡Oh, my buda!!, casi la prepara buena, aquello se convierte en una llamarada… Ana gritando: ¡¡Arantxa, Arantxaaaaa que quemas el templooo!!. Las dos apagandolo con el pie, imaginaros todo esto en un ambiente de espiritualidad total de respeto y silencio, puf! menudo espectaculo. La prohibieron convertirse al budismo.

 De compras en Chatuchak. 15.000 puestos que visitan unas 200.000 personas al día, sólo abren los fines de semana, está dividido por zonas, nosotras nos hicimos con un mapa del recinto y aún así no sabíamos donde estábamos.
De repente vemos que el mundo se para en seco, nadie mueve ni un solo músculo… ¿Qué está pasando ahora? ¡¡Ah!! Es que está sonando el himno nacional, pues nada… a ponerse rígido y a aguantar el tirón.
Jajajaja tenias que haber visto a Arantxa que se puso la mano en el pecho y tooo.
 
 El Baiyoke Sky Hotel, de 84 plantas tiene las mejores vistas panorámicas de Bangkok. Para llegar al piso 84 tomamos un ascensor donde nuestros oídos se taponaron en cuestión de segundos, subia a toda mecha. Una vez allí la superficie era una plataforma giratoria que te permitía ver Bangkok en 360º mientras te tomabas una piña colada o un johnny walker con palomitas.
 A los pies del Baiyoke hay un mercado de ropa de marca, el más barato de todo Tailandia.
Nuestro tren nocturno a Chiang Mai
CHIANG MAI
 Dejado atrás el ajetreo de Bangkok llegamos a Chiang Mai, lo hicimos en tren nocturno que sale de la capital a las 18h. y llega a su destino sobre las 7.30h. Cuando entramos en el vagón había asientos pero… ¿dónde vamos a dormir? Enseguida vino un hombre que empezó a mover asientos y… ¡¡¡voila, ya tenemos cama!!! pues que no se hable más, ¡todos a dormir!
 Numerosos templos con una estructura espectacular aparecen a nuestro paso, en ellos viven y estudian monjes de todas las edades. Hay que ver como les favorece a esta gente el naranja.
En el hotel donde nos alojamos en Chiang Mai contratamos la excursión que nos llevaria a ver a las mujeres jirafa, una granja de orquídeas, un espectáculo con serpientes y un trekking con noche en la selva.

La tribu Padaung, más conocidas como las mujeres de cuello largo o las mujeres jirafa son procedentes de Myanmar. La finalidad original de la costumbre ancestral de embutir el cuello de las jovenes en aros de latón, era que las mujeres fuesen menos atractivas para los asaltantes de las tribus vecinas.
A los 9 años se las empieza colocando 14 anillos hasta los 90 años que terminan llevando 25 anillos que nunca más se volverán a quitar.
Si quieres saber más sobre las mujeres jirafa puedes leer nuestro artículo aquí.

 
 Para poder pasar la noche con las tribus de las montañas de Chiang Mai, tuvimos que subir durante 4 horas por pendientes como ésta, a una temperatura de unos 35ºC y una humedad del 100%, ¡ah! y una bolsa llena de peluches que nos empeñamos en hacérsela llegar a los niños.
 Mereció la pena por muchas razones, entre ellas, por las vistas, la gente y la buena noche que pasamos a pesar de ser marzo, tocando la guitarra alrededor del fuego hasta altas horas de la madrugada.
Nuestro baño-ducha sin agua corriente en la selva
 Esta es la cabaña donde dormiríamos, suelo de bambú, manta y mosquitera. La parte de abajo de la cabaña estaba hueca y no se dejaban de oír ruidos, nos pasamos parte de lo que quedaba de noche para adivinar que animal podía ser.
En el río de Mae Tang practicamos rafting, está a 80km de Chiang Mai. Fue divertidísimo.


 Al bajar de la selva nos encontramos con cascadas realmente atractivas en las que nos dimos un baño para bajar nuestra temperatura corporal.

Batidos de frutas tailandeses a los cuales nosotras eramos adictas.
 La verdad es que nos dimos tantos masajes como pudimos, en tantos sitios como nos dejamos, pero este local de masajes tenía un encanto especial.
PHUKET
 Volamos a Phuket con la Thai, una pasada de aviones, el vuelo fue visto y no visto y fue de lo más divertido ya que en el aperitivo de abordo nos dieron una especie de gelatina con forma del logotipo de la compañía y no sabíamos si era para comer o para limpiarse las manos. Ana pregunto a la azafata, ésta nos dijo que era gel para las manos, pero imaginaros cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que había gente que se lo comía… ¡menudas risas nos echamos!
 

Para ser más de montaña que de playa, las de Tailandia nos parecieron un paraíso terrenal. Escenarios de película, y nunca mejor dicho.

 Ko Ping Kan, aquí se rodaron escenas de la película de James Bond, “El hombre de la pistola de oro”.
KO PHI PHI DON
 Esta isla fue totalmente destruida por el tsunami en 2004, pero en este momento es como que nada hubiera pasado. Nosotras comentábamos que seguramente hubiéramos hablado con alguien que sobrevivido a esta catástrofe.

Desayuno en la playa

 
KO PHI PHI LEH

En esta isla se rodaron escenas de la película de Leonardo di Caprio, “La playa”.

 

Monos asalta turistas
 Puesta de sol en alta mar después de una tarde de snorkel, el espectáculo marino hizo que se nos pusieran los pelos de punta y la puesta nos los mantuvo erguidos.

Espectáculo de fuego por la noche en las playa de Ko Phi Phi

PATONG BEACH

 

Pad Thai, nuestra comida preferida, comíamos las dos por 50cts de euro. 
 
«Felicidad, es ese estado de plenitud y equilibrio que todo ser humano anhela como ideal de realización y bienestar y que combina una justa proporción entre lo que se es, lo que se tiene y a lo que se aspira»
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