En el municipio zaragozano de Nuévalos, en la comarca de Calatayud, se encuentra uno de los entornos naturales más espectacular de España, el Monasterio de Piedra, cuyo nombre se debe a su proximidad al río Piedra. Pero este espacio no sólo lo forma un monasterio cisterciense que esconde más de ocho siglos de historia, sino que también concentra más de 15 cascadas y saltos de agua, y alguna que otra gruta.
La visita al complejo del Monasterio de Piedra se divide en dos partes: el monasterio y el parque. Una vez que dejes el coche en el aparcamiento (gratuito) y hayas adquirido la entrada y un mapa con el recorrido del parque en el que están marcados los principales puntos de interés, nuestra recomendación es que realices primero la visita guiada al monasterio, ya que una vez que te introduces en el parque pierdes la noción del tiempo y corres el riesgo de que se te pasen los distintos horarios de visita al monasterio.
Un poco de historia
En 1186, Alfonso II de Aragón el Casto, y su esposa, Sancha de Castilla, donaron a los monjes del monasterio de Poblet (Tarragona) el antiguo castillo de Piedra con el objeto de fundar allí un monasterio cisterciense que siguiera la Regla de San Benito. A pesar de haber sido desalojado en dos ocasiones, en 1808 debido a la Guerra de Independencia y entre los años 1820 y 1823 por el Trienio Liberal, no fue hasta 1835 cuando el monasterio se abandonó definitivamente debido a la desamortización de Mendizábal. En 1840 fue adquirido por un particular, Pablo Muntadas, por 1.250.000 reales y su hijo, Juan Federico, fue el que tuvo la visión de transformar la huerta de aquellos monjes en un jardín paisajista y las dependencias en una instalación hostelera, añadiendo una piscifactoría, que fue pionera en España. Gracias a esta transformación, el Monasterio de Piedra se conserva, e incluso ha sido catalogado como Monumento Nacional en 1983.
El Monasterio
Como hemos dicho antes, la visita al monasterio se realiza con un guía y, aunque la decoración abunda por su ausencia, ya que sufrió muchos saqueos durante su larga existencia, aún es posible hacerse una idea de lo que fue en su día. Nada más entrar nos topamos con un claustro robusto y austero, de arcos apuntados con capiteles y ménsulas decorados con motivos vegetales. Es de planta cuadrada y tiene un jardín central en torno al cual se disponen las estancias monacales: la iglesia, la cocina, el refectorio, el calefactorio y la sala capitular.
La iglesia es de estilo románico tardío. Su planta tiene forma de cruz latina y actualmente sólo quedan algunos restos del edificio original. En la fachada sudoeste hay un pórtico con arco de medio punto y cinco arquivoltas abocinadas.
Como dato curioso, mencionar que en la cocina del Monasterio de Piedra fue donde se cocinó por primera vez el chocolate en Europa, debido a que, en 1534, Fray Jerónimo Aguilar viajó con Hernán Cortés a México y éste le envió al abad del Monasterio de Piedra el primer cacao junto con la receta para cocinarlo.
El refectorio fue construido gracias a los 1000 florines que donó el Papa Benedicto XIII. Allí los monjes cistercienses comían dos veces al día en silencio mientras escuchaban una lectura que uno de los monjes leía desde el púlpito.
El calefactorio era la única estancia de todo el monasterio que contaba con el sistema de gloria. Aquí se hacía la vida monasterial fuera de las labores rutinarias y se usaba para mantener a los monjes enfermos o como barbería. Sobre él se encontraba la biblioteca.
La sala capitular era el centro neurálgico de la vida monástica. Su cerramiento está soportado por cuatro columnas centrales de tipo palmeado. Aquí se reunían una vez al día para leer la Regla de San Benito y tomar decisiones importantes. Bajo el suelo están enterrados los abades del monasterio.
Además de estas salas principales, llama la atención el pasillo conocido como Callejón de los conversos. Es de estilo románico y perteneciente, según se cree, al castillo anterior al monasterio. Este paso, paralelo a una de las galerías del claustro, se usaba como acceso de los trabajadores conversos para escuchar la eucaristía sin que tuvieran contacto con los monjes.
Dentro del monasterio se puede visitar el Museo del Vino de Denominación de Origen de Calatayud, la Exposición de Carruajes y la Exposición de la historia del chocolate.
El parque
Su espacio natural ofrece un espectacular recorrido a través de una exuberante naturaleza llena de cascadas y cuevas que forma el río Piedra a su paso por el monasterio. Un sendero perfectamente señalizado conduce a lo largo de unos 5 km a todos los puntos de interés del parque.
Baño de Diana
Estas dos pequeñas cascadas a los pies de La Caprichosa te dan la bienvenida a este espacio natural y prevalecen a incontables saltos de agua. Nada más pasarlas, a la izquierda, nos encontramos el lago de los patos.
Cascada Trinidad
Continuando la ruta se llega a la cascada Trinidad, por la que el agua cae por una pared de piedra recubierta de musgo formando tres chorros, de ahí que haya sido bautizada con este nombre.
Cascada La Caprichosa
Seguimos el camino y pasamos por tres pequeñas grutas: La gruta de la Pantera, la de la Bacante y la del Artista, antes de llegar a la segunda cascada más grande del parque, La Caprichosa. Este maravilloso salto de agua es, sin duda, uno de los más fotogénicos del parque debido a la gran cortina que se forma al caer el agua. Subiendo unas escaleras talladas en la roca se llega hasta su mirador.
Los Vadillos y Parque de Pradilla
El camino nos lleva hasta unan sucesión de pequeños saltos de agua llamados Los Vadillos, que se atraviesan mediante un puente de madera y desde el cual, se obtiene una bonita panorámica de ellos.
Al otro lado del puente nos encontramos con el Parque de Pradilla, donde nos encontramos con otra bella cascada, cuyo nombre se le dio en homenaje al pintor aragonés que acudía al parque en busca de inspiración para sus pinturas.
Los Fresnos Altos y Los Fresnos Bajos
En el siguiente punto nos encontramos con los Fresnos Altos, una ancha cascada donde el agua se desliza por una pared de musgo con forma de escalones gigantes. Este salto es sucedido por otro, de mayor altitud e igual de bonita, los Fresnos Bajos.
Cascada Iris, Gruta Iris y Cola de Caballo
El agua continúa su camino hasta la Cascada Iris, un bonito salto que podemos observar desde sus pies, o desde el mirador que hay enfrente.
Una vez aquí debemos introducirnos en las entrañas de la montaña y descender por unas escaleras talladas en la roca que nos llevan a la gran Gruta Iris. Esta gruta se encuentra detrás de la Cola de Caballo, la cascada más grande del parque con una caída de más de 50 metros. Hay que adentrarse hasta el fondo de la gruta para tener una panorámica del río de color azul turquesa y la cascada al fondo, eso sí, ¡no podrás evitar acabar empapado!.
Deshacemos los pasos para salir de la gruta, justo a los pies de la Cola de Caballo, desde donde se pueden apreciar mejor sus dimensiones.
Lago del Espejo y Cascada de los Chorreaderos
Desde aquí parte el sendero hasta el Lago del Espejo, a los pies de la Peña del Diablo, pasando por la piscifactoría de la que hablábamos al comienzo de este post.
Antes de tomar el camino de vuelta, nos topamos con otra pared cubierta de musgo por donde el agua se desliza a sus anchas, la Cascada de los Chorreaderos y tras la cual debemos introducirnos por un pasadizo bajo la montaña que nos lleva de nuevo a la Cascada Iris. Desde aquí nos dirigimos hasta la entrada del parque pasando por una pequeña gruta, la de la Carmela, y una pequeña cascada llamada Sombría.
Precios y Horarios
Entrada parque y monasterio:
- Adultos: 16 €
- Niños (4-11 años): 11 €
- Senior (mayores de 65 años): 11 €
Entrada sólo monasterio:
- Adultos: 8,50 €
- Niños (4-11 años): 5 €
- Senior (mayores de 65 años): 8,50 €
El monasterio se encuentra abierto todos los días de 10h a 18h.
Los horarios del parque son:
- Del 25 de marzo al 27 de octubre de 9h. a 20h. Cierre acceso: 19h.
- Del 28 de octubre al 24 marzo de 9h a 18h. Cierre acceso: 16.30h.
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