Lerma es un núcleo histórico de la provincia de Burgos, erguida sobre un cerro a orillas del del río Arlanza. Al poseer el título de villa, goza del estatus de bien de interés cultural en la categoría de conjunto histórico y actualmente también forma parte de la red de los pueblos más bonitos de España.
Historia de la villa ducal
El traslado de la corte española a Valladolid, en 1601, fue decisivo para Lerma. Su construcción vino de la mano del poderoso duque de Lerma, Francisco Gómez de Sandoval, valido de Felipe III, con la intención de que representara para la nueva corte lo que había significado El Escorial para el reinado de su padre. En poco tiempo, el pequeño y humilde pueblo medieval se transformó en una villa cortesana barroca que, lejos de igualar la grandiosidad de El Escorial, fue lugar de recreo, donde acudían personajes importantes y se celebraban fiestas en honor a los reyes.
Pero no todo fueron fiestas en Lerma. La caída del poder y su conversión en cardenal para evitar la persecución, llevó al Duque de Lerma a refugiarse en la villa burgalesa hasta su muerte en 1625. Poco después, esta villa de gran riqueza patrimonial inició su declive.
El palacio ducal, la plaza mayor de armas, seis monasterios, una colegiata, seis conventos con tres órdenes religiosas… dan cuenta de la relevancia de lo que tiempo atrás fue la «Villa Ducal de Lerma». Parte de este patrimonio aún se conserva en su casco histórico.
Un paseo por Lerma
Comenzamos la visita al casco antiguo atravesando la Puerta de la Cárcel o Arco de la Cárcel, custodiada por dos torres. De las cuatro entradas que tenía la villa es la única puerta de muralla medieval que se conserva. Actualmente reside la sede de la D.O. Ribera del Arlanza. En la parte superior del arco, en 1610, se realizó una ampliación en ladrillo con el objetivo de convertirlo en cárcel, de ahí su nombre.
Nada más cruzar el arco vemos las calles con soportales típicos de la época medieval. Comenzamos el ascenso por la empinada Calle Mayor, que desemboca en la gran plaza, pero antes de llegar haremos varios altos en el camino. El primero lo haremos en la primitiva iglesia de San Juan Bautista del siglo IX, relegada a ermita tras las grandes construcciones del siglo XVII. Actualmente es conocida como la ermita de Nuestra Señora de la Piedad y su espacio está destinado a actividades culturales.
- Nos desviamos por la calle José Zorrilla para llegar a la Colegiata de San Pedro, que se consagró en 1617 durante 21 días con grandes festejos para la Corte y los nobles. El duque consiguió que esta abadía dependiera directamente de Roma, por eso se ve el emblema papal por todas partes. En su interior destacan principalmente cuatro elementos: el retablo barroco, el coro, los dos órganos de los años 1615 y 1617 y la escultura orante de Cristóbal de Rojas y Sandoval, que fue arzobispo de Sevilla y tío del duque de Lerma. En la sacristía hay una enorme mesa de mármol decorada, regalo del Papa y que el duque ocultaba al rey cuando iba a Lerma.
La siguiente parada la haremos en la plaza de Santa Clara, donde se encuentra el primer convento construido en Lerma, el Monasterio de la Ascensión de Nuestro Señor o Convento de Santa Clara, de 1610. En ese mismo año, en su iglesia, fue bautizada la infanta Margarita Francisca, hija de Felipe III.
En el centro de la plaza está la tumba del cura Merino, héroe de la Guerra de la Independencia. Tras el pequeño mausoleo está el Mirador de los Arcos desde donde se obtienen unas fantásticas vistas panorámicas de la vega del río Arlanza.
- Si continuamos hacia la Plaza Mayor, a la izquierda, nos encontramos con el Convento de Santa Teresa a nuestra izquierda. Fue inaugurado por Felipe III en 1617. Desde su construcción hasta el siglo XIX estuvo ocupado por frailes carmelitas. Hoy alberga oficinas municipales, la Oficina de Turismo y el Centro de Interpretación de la Villa de Lerma.
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En la parte más alta de Lerma nos encontramos con la guinda del pastel, el Palacio Ducal, actualmente convertido en Parador Nacional de Turismo. Se trata de una obra de estilo herreriano que empezó a construirse en 1601 por encargo del duque de Lerma en el lugar donde había un castillo medieval. En su origen tenía unos inmensos jardines junto a la vega del río con fuentes de alabastro, cenadores, palacetes, estanques, un coto de caza y siete ermitas, de las que solamente se conserva una, la del Humilladero del Santo Cristo. El Papa Paulo V en 1609 concedió a los fieles que orasen en cada una de estas ermitas, las mismas indulgencias que gozaban los que visitaban las siete Iglesias de Roma. Cerca de la ermita se encuentra el puente medieval, que se levantó a la vez que la fortificación de la villa.
Salvo el de los reyes, ningún palacio podía tener más de dos torres, pero el duque de Lerma se las ingenió para engañar a su gran amigo Felipe III. Durante la construcción del palacio, el Duque solicitó por carta permiso al monarca para poner dos torres en su palacio dándole éste su beneplácito. Cuando el rey visitó Lerma y vio que el palacio tenía cuatro torres pidió explicaciones al duque, a lo que éste le mostró la carta en la que le había dado su aprobación para construir dos torres y le dijo: «Dos torres que me corresponden por ser duque y otras dos que Vos me concedísteis».
Bajo los adoquines de la villa existen innumerables bodegas con una red de comunicaciones, por lo que se puede decir que Lerma está prácticamente hueca. Esta red de galerías comunicaban en el s. XVII el Palacio Ducal con las iglesias y conventos de la localidad para que el Duque, el Rey Felipe III y sus más allegados pudieran asistir a los oficios religiosos sin necesidad de salir al exterior. El Centro de iniciativas turísticas de la localidad organiza la visita «Lerma bajo tus pies», en la que se puede visitar un pasadizo Ducal. La parte visitable es la unión de los Monasterios de Santa Teresa y Santa Clara, el único tramo que hoy se conserva. La visita también promociona la Ruta del Vino del Arlanza e incluye una visita a dos bodegas y una cata en el Parador. Para más información contactar con la Oficina de Turismo de Lerma.
- Cerca tenemos el Convento de San Blas, situado en una plaza anexa a la Plaza Ducal, llamada de San Blas. De estilo barroco clasicista, comenzó a construirse en 1613 para albergar a las monjas Dominicas, cuya vida religiosa se prolonga hasta hoy. Forma parte del Conjunto Conventual e Histórico de la ciudad de Lerma y es, por tanto, Bien de Interés Cultural. Hasta el siglo XIX estuvo unido al Palacio Ducal por un pasadizo volado de tres arcos.
La última parada la hacemos en el Convento de Santo Domingo, que decidió construir El Duque para sus protegidos frailes dominicos. Destaca su magnífica espadaña y la fachada principal de la Iglesia con elementos barroquizantes, donde aparecen los escudos de los Duques de Lerma y la imagen del Santo fundador de la Orden de Predicadores. Las obras comenzaron en 1613 y fue ocupado hasta la exclaustración del siglo XIX.
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