Son las 11 de la mañana cuando aterrizados en el aeropuerto internacional de Windhoek, una vez recogidas las mochilas nos dirigimos a recoger nuestro vehículo, un Toyota Corolla con matrícula de Sudáfrica (este dato en un principio parece no tener importancia pero en una de las últimas etapas nos hace tener un gasto extra). Esa es nuestra elección para recorrer Namibia y Botswana después de mucho meditar si alquilar coche o un 4×4. Hechos los trámites oportunos, pagado el suplemento para poder pasar el coche a Botswana (80€, se paga en el mostrador de alquiler) y sacado algo de dinero en un cajero en el mismo aeropuerto gracias a la tarjeta Revolut nos ponemos en marcha.

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Tomamos la B6 hasta Whindoek y seguimos dirección sur para dirigirnos a Naukluft por la B1 hasta Rehoboth, (aquí hay supermercado), luego cogemos la C24. Aquí  la cosa cambia, la carretera está sin asfaltar, tenemos que reducir la velocidad a 40 km/hora y aún nos quedan unos 100 kilómetros por delante. No hay absolutamente nada, apenas nos hemos cruzado con tres coches, unas vacas, tres burros, cabras y unos babuinos pero no acaba aquí la cosa, la carretera se pone peor y tenemos que reducir aún más la velocidad. A 20 km/h hacemos los 25 kilómetros que nos distan de nuestro alojamiento. La verdad es que con el cansancio que arrastramos del viaje se nos hacen bastante pesados.

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Nos tememos que las rectas interminables, la ausencia de gente y la reducida velocidad nos vayan a acompañar el resto de nuestro viaje, aunque esperamos que lo de la velocidad mejore, sino nos arrepentiremos pronto de no haber alquilado un 4×4.

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En el camino hacemos una pequeña parada en Naukluft Mountains, nuestra intención era haber hecho un pequeño trekking por la zona, pero el cansancio del viaje y el calor nos hace cambiar de planes y continuamos por la D850 en dirección a nuestro alojamiento. Aún nos quedan unos 25km, que traducido a tiempo por estas carreteras es una hora aproximadamente y aunque tenemos ganas de descansar nos sentimos obligadas a hacer una parada, queremos disfrutar de nuestra primera puesta de sol en Namibia.

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Ya es noche cerrada cuando llegamos a nuestro alojamiento, el Zebra River Lodge. Lo primero que hacemos al bajarnos del coche es mirar las ruedas, nos parecía imposible no haber pinchado por aquellos caminos, el tema pinchazos va a ser todo un reto y un logro si salimos ilesas. Poco podemos ver del lodge, así que tenemos que esperar al día siguiente para poder verlo bien.

Este alojamiento se encuentra en una zona de cañones y junto al río Zebra, de ahí su nombre. Es un lugar super tranquilo desde el cual puedes hacer varias excursiones: desde paseos por el cañón, observar la fauna (Oryx, antílopes, cebras y pájaros de varias especies), e incluso aprender sobre arqueología del lugar. Además es un buen lugar para observar las estrellas durante la noche.

Cuenta con cabañas individuales y adosadas, bien equipadas con baño, zonas comunes amplias, piscina, jardín y bar. El trato es inmejorable. Desde luego es un buen lugar para desconectar, descansar e incluso para pasar unos días en familia.

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Poco tiempo podemos disfrutar de nuestro estupendo alojamiento, nuestro viaje no ha hecho más que comenzar y debemos continuar, otros parajes estupendos nos esperan como el desierto rojo de Namib que os contamos en la siguiente etapa.

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