Los Mursi es una de las tribus más atractivas de Etiopía debido a sus platos labiales. Viven en el valle del Omo, más concretamente en las estepas de Jinka y en las montañas del Omo Park. Se calcula que son unos 9.000 miembros.

Pusimos camino a las estepas desde el pueblo de Jinka donde habíamos pasado la noche. Atravesamos pistas de arena durante un buen rato sin divisar señales de vida. De repente, en medio de la nada, apareció una caseta de madera donde tuvimos que pagar la entrada al parque (180 birr/per). Allí mismo subió al coche un scout con un kalashnikov, que nos acompañaría a visitar a los Mursi (110 birr por coche). Preguntamos a nuestro chófer que si era necesario llevar a aquel hombre armado con nosotros. Nos explicó que a los Mursi les gusta mucho beber alcohol (que elaboran ellos mismos fermentando sorgo) desde bien temprano y esto hace que se vuelvan violentos, por eso es recomendable visitarlos a primera hora de la mañana y con un scout armado.

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Llegamos al poblado. Aún no nos habíamos bajado del 4×4 cuando ya nos hicieron pagar 50 birr/per por un guía y 100 birr/per más por visitar el poblado. Por fin conseguimos bajar del vehículo, y en ese preciso momento, nos clavaron su mirada penetrante, como si algo les debiéramos. Inmediatamente se acercaron a nosotras, y sin perder tiempo nos insistieron, o mejor dicho, nos impusieron que les hiciéramos fotos a cambio de birr (moneda etíope). Nos cogieron fuertemente del brazo, su actitud era agresiva. Nos hablaban en su idioma de forma amenazadora haciendo gestos exagerados. Pensamos que lo que pretendían era dejar claro quién mandaba allí.

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Para los que nos gusta la fotografía es muy difícil, pero es importante que no detecten tus ansias de fotografiarlos, aunque ellos saben que son muy atractivos para nuestras cámaras. Al comienzo de la visita te pedirán 5 birr por foto, pero a medida que pasa el tiempo van bajando el precio hasta llegar a 1 birr.

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Se acercó a nosotras una mujer que cargaba un bebé. Gesticulando nos hizo entender que si la hacíamos fotos, también había que pagar por el niño.

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A esta mujer le colgaba el labio dilatado de su cara, ya que no llevaba el plato puesto. Esta práctica comienza en la pubertad, sobre los 15 años. Se realizan un corte bajo el labio inferior y se colocan un tapón de madera de unos 4 cm para que la herida no se cierre hasta que cicatrice, a partir de ahí, durante los años siguientes, el orificio se va estirando poniendo cada vez un plato más grande, pudiendo llegar a los 22 cm. Para que el plato encaje perfectamente se arrancan los dos dientes incisivos inferiores y a veces incluso los cuatro.

Los platos pueden ser de arcilla ( estos les fabrican las mujeres) o de madera (que les fabrican los hombres).

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Si a una mujer se la rompiese el labio, perdería la belleza ante los hombres de la tribu y nunca podría casarse.

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Los Mursi comenzaron a incrustar la cerámica en los labios a sus mujeres hace muchos siglos atrás, cuando desde Sudán los traficantes de esclavos acudían a las tierras fronterizas para robar mujeres. De esta manera no verían ningún atractivo en ellas y no se las llevarían consigo. Con el tiempo, el ornamento se convertiría en uno de los símbolos más reconocibles de esta tribu y mediría su belleza; cuanto mayor es el plato, más posibilidades de conseguir un buen matrimonio.

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El tamaño del plato labial está relacionado con el tamaño de la dote de la mujer. Pero es un hecho sabido que los matrimonios entre jóvenes Mursi han sido arreglados mucho antes de la perforación labial, y la cantidad de la dote que debe pagarse por las familias de los maridos a los padres de la novia ya ha sido decidida.

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También se practican orificios en los lóbulos de las orejas, donde lucen platos más pequeños mientras permanezcan solteras. Significa el paso de niña a mujer y la posibilidad de empezar a buscar marido.

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Al igual que los Karo, los Mursi también poseen armas, pero llamó poderosamente nuestra atención que niños y mujeres también las portaran sin ningún tipo de reparo, así que en caso de necesidad poco podría hacer aquel scout que nos acompañaba.

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Los Mursi se dedican principalmente al pastoreo (ganado vacuno), aunque también cultivan sorgo (cereal con el que elaboran la injera, una especie de pan con el que acompañan cada alimento y cerveza).También son recolectores de miel. El ganado es una fuente importante de proteínas, en forma de leche, sangre y ocasionalmente carne.
Para sustraer la sangre de la vaca, la atan una cuerda fuerte al cuello haciendo que se la marque la yugular, entonces con una especie de arco lanzan un palo con la punta afilada clavándosela haciendo salir un gran chorro de sangre que recogen en un cuenco. Se la toman caliente, bien sola o mezclándola con leche o la dejan cuajar para comérsela a mordiscos.

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Tanto hombres como mujeres decoran sus cuerpos con pigmentos naturales extraídos de minerales y vegetales, que además les ayuda como repelente de insectos al mezclarlo con ceniza y orina de ganado. Sobre todo los hombres, aunque también vimos a alguna mujer, se hacen escarificaciones, sobre todo en brazos, pecho y espalda, siendo signo de elegancia, fortaleza y valor.

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El ganado marca las relaciones sociales significativas, especialmente el matrimonio, que se se consolida y valida por el intercambio con ganado. El precio de la dote de la novia es de 38 cabezas de ganado, y es entregado por la familia del novio al padre de la novia, si el plato labial es muy grande puede llegar a obtener hasta 50 cabezas de ganado. Desde hace unos años, es obligatorio también regalar un Kalashnikov.

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Esta tribu, al igual que los Surma, practica el Donga, un ritual de violencia masculina donde dos jóvenes totalmente desnudos luchan cuerpo a cuerpo golpeando a su contrincante con varas de dos metros. El que consigue la victoria obtiene el derecho a elegir esposa, esto conlleva el riesgo de lesiones graves e incluso alguna muerte ocasional. Para esta pelea los guerreros se afeitan la cabeza que cubren con un protector fabricado por ellos mismos.

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Durante toda su historia han sido comunes los problemas con otras etnias. Los Jalaba (consejo de hombres de más edad del poblado) son los que toman las decisiones y en caso de enfrentamiento serán los que busquen las soluciones para conseguir la paz. Actualmente, con los Karo se llevan a matar, y nunca mejor dicho.

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